viernes, 17 de septiembre de 2010

Un cuadro

"Sin pan y sin trabajo" de Ernesto de la Cárcova



No lo despiertes,
dijo ella como hablando con su alma,
el niño duerme...
Y lo envolvió nuevamente,
con el marrón cansado de sus ojos.

La mañana tembló como un vuelo de palomas,
lo acunó arropando su esperanza,

el niño duerme, repitió como un susurro.
tembló su vientre como un presagio.

Él dijo, no, no está dormido,
y detuvo su voz en un silencio amargo.

La luz en la ventana no se atreve
a perturbar el sueño de mi niño,
recitó como un rezo la mujer.



Él puso una mano en la mesa,
el puño se cerró como en un grito,

sus ojos también cansados
interrogaron al cielo,

al rayo de sol en la ventana,
a la ciudad remota,

al Dios ausente de ese día,
de esta muerte pequeña...

Y calló, repitió el silencio,
la fatiga, la queja muda...

Ella siguió acunando,
meciendo suavemente el cuerpo inerte,
quieto...

Y él no pudo romper el velo,
gritar su grito,
llorar su sangre,

y decir... muerte...