domingo, 29 de marzo de 2009

Un corto viaje


La luz pequeña que se colaba por la escalera enfocaba justo la puerta. No fue necesario llamarlo con insistencia porque apareció enseguida, puntual, con su porte robusto y su andar cansado, como quien viene de un largo viaje. Titubeó unos minutos, se balanceó levemente al llegar frente a mí, y se detuvo, paciente, esperando que yo llegara hasta él y me dejara rodear por su figura austera y casi paternal.
Me dejé estar, como suspendida, mientras iba repasando las últimas semanas. Un vértigo, ésa es la palabra justa, me dije, un vértigo absoluto, excitante, lleno de adrenalina, mi cerebro no paraba de funcionar a ritmo sostenido, planeando, organizando, imaginando el momento final.
El primer lapso pasó rápidamente, casi no lo noté. Luego otro, otro y otro más.
Hasta que finalmente se abrió, como se abre ante nuestros ojos el camino en un día soleado, cuando por delante nos espera un sitio desconocido, pero lleno de promesas y soñado durante mucho tiempo.
Respiré hondo, revisé mi peinado y tomé con decisión firme el portafolio. Al fondo del corredor, me esperaban para la entrevista. La propuesta era la coordinación editorial de una revista que corrijo hace cuatro años... Mi respiración fue casi un suspiro... No había pensado en esta posibilidad, y ahora la vida me regalaba esta oportunidad.

Nunca es tarde, le dije, mirando su boca abierta que parecía estar esperando algo más, vos y yo podríamos haber sido descartados, en estos tiempos en que todo tiene que ser de última generación, sin embargo acá estamos, vigentes y seguros de nosotros mismos.
Lo despedí y comencé a caminar hacia mi futuro, mientras desde abajo alguien gritaba furioso: ¡Ascensoooor!